Imperturbable
en su corazón que
ya no indaga
que acaso llore lágrimas de arena
que acaso llore lágrimas de arena
en su ojo de
ensueño y piedra
o clame por una
transformación de
paradigmas.
La Gran Esfinge,
mira
al andar y
desandar del hombre
camino al
exterminio.
A Lucifer sentado
en el pedestal del Norte
lustrando sus
cuchillos de azufre.
Como un lanzador
de circo
que mueve las
arterias de naciente a poniente
surcando corredores
por los meridianos…
Ya no quedan
ranuras por donde se filtren sueños
dobladas las cabezas
sobre espumas de légamo.
Los cuchillos
cruzan de oriente a occidente
excavando el
espacio, triturando la tierra
América , la
nuestra, ardida de banderas
con las manos en
llamas y el corazón alerta
y no son los
cuchillos de la fragua de Lorca
que sabía
lanzarlos, sin dañar las estrellas.
Ya no alcanzan
los ángeles
para calmar el
hambre, el espanto y el miedo.
Se descascara el
polvo cósmico de envíos
y cae la rapiña
sedienta de miseria
que se engulle
los restos de la piedad dormida.
-Por carriles de
lodo se están yendo las flores
con el último
niño que jugará
sobre una
perfumada roca-
¿Ya no habrá más
senderitos ni rutas estelares?
¿Los arcángeles
se niegan a mandar los mensajes
y estremecidos,
guardan, sus signos
y sus ángeles?
¿Alcanzará el
poema y el poema de todos
para cerrar la
herida
abierta en este
mundo?
Yolanda Gozálvez, nació en Santiago
del Estero, Argentina. Luego dejó su terruño en la juventud y se instaló en RÍo
Tercero. Actualmente reside en Córdoba capital. . Ha publicado: Pan casero, (1985); Incendio y
Arenisca, 1994; y Dos puntos en la
niebla, 2001. Compartió numerosas
publicaciones con autores cordobeses: El Caldero de los Cuenteros I, II, y III;
“Voces de Córdoba”, “Expresiones” y “Antología Siglo XX”. Colaboró en “Semanario Tribuna” de Rio
Tercero y obtuvo numerosos premios en poesía y narrativa.
Más de la autora en:
Me olvido de entrar a comentar, pero cuando lo hago, agárrense. Ya pasé por varias páginas y entro acá y me encuentro con este sentido, maravilloso poema. Y las fotos y el homenaje a su escritura supongo, a su actividad, a la vida por consecuencia.
ResponderEliminarNo conozco a la autora pero me quedo con estos versos que me dolieron: Ya no alcanzan los ángeles para calmar el hambre el espanto y el miedo.
Andrea Casas
A veces se nos pasa decirle a una persona lo mucho que la queremos. Es el caso de Yoly, de intensa vida, como intensa su poesía, cada uno de sus versos. Y siempre desprendemos de ella su reflexión, la madurez, ese llamado de atención para que estemos bien despiertos ante la vida.
ResponderEliminarEs un gusto leerla, aprender y aprehender de ella todo lo mágico que tiene para entregar.
Y agradecer a mi compañera de proyecto, Laura García del Castaño, por estas fotos que son "una pinturita".
Buena pregunta la del final, excelente el poema y la palabra siempre triunfando aún en los interrogantes.
ResponderEliminarFederico Gonzalez
La poeta se pregunta ... "¿Ya no habrá más senderitos ni rutas estelares?""... ¿Alcanzará el poema y el poema de todos
ResponderEliminarpara cerrar la herida
abierta en este mundo?"
Que se quede tranquila Yoly; su "ser y estar" en la poesía y con nosotros en La Bandada "es un senderito de luz" y si bien el poema nunca alcanza a cerrar la herida ( es más, de la herida nace) hace vivible el mundo. Abrazo grande, grande. Jorge L. Carranza
No sé con qué quedarme, si con el poema tan lúcido, tan logrado o el comentario que me antecede, que viene por lo visto, impregnado de afecto además
ResponderEliminarIrene Laje
En nombre de mi madre agredezco las bellas palabras que la incentivan profudamente. Gracias!!
ResponderEliminarsu hija Marcela